Existía ese anhelo interior de algo nuevo y un deseo de belleza que nos dejaba boquiabiertos de asombro. La vida laboral cotidiana nos tenía atrapados, el reloj avanzaba a su ritmo habitual y nuestras pilas se estaban agotando. Era hora de embarcarse en una nueva aventura.
Así que seguimos nuestro instinto y reservamos este vuelo: el vuelo a La Reunión. Una isla que nos tentaba desde hacía tiempo, pero no sabíamos por qué. Así que teníamos que hacer este viaje y descubrirlo. Hoy estamos de vuelta en casa y recordando. Y estamos agradecidos. Agradecidos por haber podido explorar esta impresionante isla con el cuerpo y la mente sanos. Es raro ver algo tan hermoso y somos más que conscientes de ello.
La vida pasa a nuestro lado muchos días como si nada. Nos encontramos en nuestro pequeño cosmos, enfadándonos por cosas triviales y olvidando una y otra vez simplemente levantar la cabeza, fijarnos en la belleza que nos rodea y romper nuestros propios límites. El mundo en el que nos encontramos ofrece innumerables tesoros que podemos ver y experimentar con atención plena y, a veces, un poco de suerte.
En La Reunión volví a darme cuenta de lo pequeño que soy en realidad. La naturaleza es y sigue siendo gigantesca y nosotros somos huéspedes. Porque la flora y la fauna estaban en este planeta antes que nosotros. Podemos movernos por él, pero con mucho respeto y amor. En algunas situaciones, tuve que decidir si volaba el dron y capturaba una imagen épica o no, ya que obviamente estábamos en una zona donde reinaban las aves. A menudo opté por lo segundo. Porque como fotógrafo tienes que ser capaz de captar las situaciones con los ojos y el corazón. Hay tantos otros momentos y ángulos que podemos captar.
También sabíamos que, por desgracia, nuestro tiempo en este lugar tan especial era limitado. Me alegré mucho de tener todas mis herramientas conmigo en la mochila a cada paso y de ser libre para decidir cuándo quería capturar momentos inolvidables. Ya fuera para mí o para todos los demás espectadores a los que les encanta perderse por un momento en imágenes y motivos.
Este viaje me ha vuelto a demostrar que merece la pena trabajar por mis sueños. Si tienes un objetivo en mente y tu instinto te dice qué es lo que te conviene, déjate guiar por él y arriésgate. Cada experiencia te enriquece a muchos niveles.
Por ejemplo, lo que me llevé de La Reunión es que puedes ver cosas grandes e impresionantes si te esfuerzas un poco más. El sendero fácil y la meta asociada suelen tener que compartirse con muchas otras personas. Pero el camino difícil y extenuante te lleva a lugares que te dejan boquiabierto.
Y lo mismo ocurre en la vida. Tienes que desafiarte constantemente, ponerte a prueba y a veces apretar los dientes e ir más allá de tus propios límites. Pero la sensación posterior y lo que consigues por el camino es abrumadora y permanece en tu memoria.
Mantente valiente, decidido y un poco loco de remate. Entonces, ¡todo irá genial!
Tu Leevke
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